A través del laberinto de la vida
Jesús ora por sus discípulos
Escritura: "Ya no voy a estar por más tiempo en el mundo, pero ellos están todavía en el mundo, y yo vuelvo a ti. Padre santo, protégelos con el poder de tu nombre". (Juan 17:11 - NVI)
¿Les gusta hacer rompecabezas? A mí me gustan. Una clase de rompecabezas que me gusta mucho es el laberinto. Tal vez hayas trabajado uno de estos laberintos. Para resolver el laberinto, tomas tu lápiz y comienzas donde dice "comenzar" y tratas de ir por un caminito abierto que te lleve al final. Desde luego, no se te permite cruzar ninguna línea. ¡Eso sería muy fácil! Un rompecabezas como este puede ser muy difícil. Algunas veces puede ser muy frustrante. Caminando por este laberinto puedes percatarte que frecuentemente tienes que cambiar la dirección en que vas. Puede ser que el camino que hayas escogido te lleve a una calle sin salida por la cual no puedas seguir caminando. Cuando esto ocurre, tienes que ir atrás y comenzar de nuevo. Cuando el rompecabezas es muy difícil, puedes necesitar a alguien que te ayude. Aun cuando el camino para llegar al final sea difícil, sientes gran satisfacción cuando llegas a la meta.
Encontrar el camino de tu vida puede ser como encontrar el camino en el laberinto. Cada día tenemos que tomar decisiones y a veces es difícil saber qué dirección tomar. Podemos escoger el camino equivocado y encontrarnos en una calle sin salida. Cuando eso ocurre tenemos que echar para atrás y comenzar nuevamente. La vida no es fácil y en ocasiones puede ser muy frustrante, especialmente cuando no sabemos en qué dirección ir.
Jesús sabía que la vida en este mundo es difícil. Por eso Él oró por sus discípulos al acercarse la hora que que tenía que dejar este mundo. "No permaneceré en este mundo más", oró, "pero ellos están en el mundo. Mientras estuve con ellos los protegí y las mantuve seguros. Ninguno se perdió, pero ahora regreso a Ti y te pido que los protejas y los mantengas seguros".
¿Cómo encontramos nuestro camino en este mundo? Ponemos nuestra confianza en Dios, nuestro Padre celestial, para que nos dirija. Tenemos su Palabra, la Biblia, para ayudarnos. En cualquier momento que no sepamos en qué dirección ir, podemos hablar con Él en oración y pedirle que nos dirija y proteja. Puede que no sea fácil, pero con Dios dirigiendo nuestro camino, sabemos que nunca nos perderemos.
Padre, mientras buscamos el camino que nos dirigirá seguros en este mundo, ponemos nuestra confianza en ti y te pedimos que nos guíes y protejas. En el nombre de Jesús oramos.
Amén.