Alimentando los 5000
Lo poco viene a ser mucho en las manos de Dios.
Escritura: "Todos comieron hasta quedar satisfechos, y los discípulos recogieron doce canastas llenas de pedazos que sobraron" (Mateo 14:20 - NVI).
¿Tienes hambre? ¡Yo, sí! A veces me da mucha hambre cuando estoy en la iglesia. ¿Qué pensarías si comiéramos una merienda en vez de escuchar el sermón? Todo lo que tengo son cinco galletitas de mantequilla de maní y dos pedazos de fruta. No creo que esto sea suficiente para alimentar a todos los que están aquí. Déjame ver... (Comience a contar los niños y parte de la congregación si son pocos niños). Uno, dos, tres, cuatro, cinco... no, no hay manera. No hay suficiente para todos ustedes.
Eso me recuerda algo que le pasó un día a Jesús y a sus discípulos. Jesús y sus discípulos estaban muy cansados y necesitaban relajarse. Montándose en un bote se fueron a un lugar tranquilo para descansar. Cuando llegaron al lugar, había personas esperando a Jesús. La Biblia nos dice que había cinco mil hombres y ¡quién sabe cuántas mujeres y niños! Ellos deseaban que Jesús les enseñara y que sanara a los enfermos. Jesús necesitaba descansar, pero cuando vio a las personas, las amó tanto que se olvidó de su cansancio. Sanó los enfermos y enseñó a la gente acerca del reino de Dios.
Pronto llegó el momento de comer. Los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: "Se hace tarde. Despide a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren algo de comer".
Jesús les dijo: "No tienen que irse. Denles ustedes mismos de comer".
"¿Darles de comer? ¿Cómo podemos alimentarlos? Aquí sólo hay un niño que tiene cinco panes y dos pescados. Eso es todo lo que hay".
Jesús les dijo que trajeran los panes y los peces y que le dijeran a la gente que se sentara sobre la hierba. Tomó los cinco panes y los dos pescados y, mirando al cielo, los bendijo. Luego partió los panes y se los dio a los discípulos, quienes los repartieron a la gente.
Si fuera a compartir mi merienda hoy, pudiera ser que cada uno de ustedes, niños, pudiera darle un mordisco. Pero cuando Jesús bendijo los panes y peces, la Biblia dice que todos comieron hasta quedar satisfechos. ¡Pero eso no fue todo! Después de saciarse, los discípulos recogieron doce canastas llenas de pedazos que sobraron. ¿Te imaginas el coger estas cinco galletas de maní y los dos pedazos de fruta y con ellas alimentar a todos los que están aquí y todavía tener comida adicional? Nosotros no podemos hacerlo, pero Dios pudo.
¿Qué podemos aprender la lección bíblica de hoy? Aprendemos que cuando le damos lo que tenemos a Dios, él puede tomarlo, bendecirlo y hacer mucho más de lo que jamás podremos imaginar. Aunque no tengamos mucho, lo poco viene a ser mucho cuando se pone en las manos de Dios.
Amado Padre, tal como Jesús usó los alimentos de un niño para alimentar a más de cinco mil personas, oramos para que utilices a los niños y niñas que se encuentran aquí hoy para que sean de bendición a otros todos los días. En el nombre de Jesús oramos.
Amén.