Parábola del sembrador
"Parábola del sembrador"
Teniendo corazones receptivos a la enseñanza de Dios
Escritura:“13 Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar.2 Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa.3 Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar.4 Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron.5 Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra;6 pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.7 Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron.8 Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno.9 El que tiene oídos para oír, oiga.” Mateo 13:1-9, 18-23
Mientras Jesús viajaba por los campos con sus discípulos, en muchas ocasiones multitudes se acercaban a él para escucharle. Frecuentemente les enseñaba por medio de parábolas. Una parábola es una historia que Jesús creaba para ayudar a la gente a entender lo que deseaba enseñarle.
Nuestra lección bíblica de hoy es una de las parábolas de Jesús. Se llama La parábola del sembrador. Es una historia de un hombre que sembró semillas en el campo. Escuchen la historia que hizo Jesús.
Un sembrador salió a sembrar. Mientras regaba las semillas, parte de ellas cayeron junto al camino, en tierra dura; y vinieron las aves y las comieron.
Mientras seguía sembrando, algunas semillas cayeron en pedregales, donde no había mucha tierra, pero, aunque brotaron pronto, no duraron mucho, porque no tenían raíces profundas y saludables y al salir el sol, se quemaron y se secaron.
Otra parte de las semillas cayó entre espinos y hierba mala; y los espinos y las hierbas crecieron y no permitieron que crecieran las semillas que el sembrador sembró ya que las ahogaron. Finalmente, parte cayó en buena tierra, la cual había sido trabajada, abonada y estaba libre de hierbas y las semillas se convirtieron en plantas saludables y dieron buen fruto.
Esta es la lección que Jesús deseaba que sus discípulos aprendieran y es también la lección que él desea que aprendamos nosotros hoy. La semilla que el sembrador estaba sembrando en la historia representan las enseñanzas de la Palabra de Dios. Nuestro corazón representa el terreno o tierra donde el sembrador siembra la semilla. Puede ser que nuestra maestra de Escuela Bíblica o nuestro Pastor estén tratando de sembrar las enseñanzas del amor de Dios en nuestros corazones. Si nuestro corazón está duro y lleno de coraje y amargura, las enseñanzas caen en terreno no fértil, en un camino duro, y por lo tanto nunca crece, al igual que la semilla que cayó en el camino en la parábola que Jesús contó.
Otras veces, nos emocionamos mucho al escuchar la Palabra, pero al poco tiempo ese gozo se esfuma pues nuestro entendimiento es muy limitado. Así pasaba con la semilla que cayó en el pedregal.
En ocasiones escuchamos la Palabra y creemos lo que dice, pero deseamos hacer las mismas cosas que hemos estado haciendo hasta ese momento, Eso se parece a cuando se siembra la semilla donde hay espinos y hierba mala. Sé que sabes lo que ocurre. ¡Los espinos y hierbas malas no nos permitirán hacer lo correcto!
La última semilla es la mejor, pues cayó en tierra fértil. Si aprendes de lo que escuchas en la Escuela Bíblica y en la iglesia, la semilla que Jesús siembra en tu corazón crecerá. Tu vida producirá buen fruto como Jesús desea. Ayudarás a otros a crecer en el conocimiento y entendimiento del amor de Dios.
Padre nuestro, ayúdanos a ser más como la tierra fértil de la lección de hoy. Ayúdanos a escuchar tu Palabra y crecer siendo la clase de niños y niñas que deseas que seamos. En el nombre de Jesús oramos, amén.